domingo, 2 de diciembre de 2012

El espíritu aventurero en los tiempos de crisis

Escucha, que me sé uno muy bueno: esto es una que va y dice “Los jóvenes españoles emigran por espíritu aventurero, no por la crisis”.

Yo es que me despiporro. ¿Es bueno, o qué? ¡No tiene precio!

Desgraciadamente, son las declaraciones de la Secretaria General de Inmigración y Emigración, Marina del Corral, que o bien tiene un sentido del humor de lo más negro, o unas habilidades dialécticas un tanto toscas.

Tengo la ligera impresión de que a la señora del Corral se le están escapando algunos detalles. El espíritu aventurero de la juventud te puede empujar a irte de InterRail, de voluntario a reforestar la selva amazónica, o de comparsa de la comunidad del anillo. El aventurero se embarca en una empresa emocionante, diferente de su rutina, de forma voluntaria (se sobreentiende que no necesita marcharse), y siempre con la opción abierta de volver (para contarles a sus amigos sus andanzas mientras se toman una cerveza en el bar de siempre, ¡final feliz!). Que me explique esta señora dónde le encuentra la aventura a trabajar de enfermero en Inglaterra, de ingeniero en Alemania, de informático en Estados Unidos, o de camarero en cualquier parte, por poner. Y, ya puestos, que me explique también dónde está, hoy por hoy, la opción de volver.

En el primer semestre de este año, más de 40.000 españoles han decidido dejar el país; un 44.2% más que en el mismo período del año pasado, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Obviamente, nada que ver con la tasa de paro de casi el 25%; lo que pasa es que se nos ha disparado el espíritu aventurero. No sé qué estamos comiendo los españoles últimamente, pero de seguir así vamos a dejar a Indiana Jones en bragas.

Una verdadera lástima la falta de espíritu aventurero de tantos políticos españoles.


1 comentario:

  1. Desde luego hay que ver cómo son los jóvenes.
    Se van acorrer aventurillas, a echarse unas juerguecitas y, de camino, a aprender un idioma sin que les cueste un duro y encima se quejan.
    Ojalá otros países animaran a sus jóvenes a abrirse al mundo como lo hace España.
    Nunca estais contentos, que sois unos adolescentes eternos y unos mimados.

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